Pues sí amigos, por fin las tan ansiadas vacaciones que llevo un mes intentando cogerme han llegado. Por supuesto, la cosa nunca puede salir del todo bien, así que este lunes toca pringar pero no hay que quejarse demasiado que si no el tio Murphy puede cebarse.
Las vacaciones bien podrían compararse a las puestas de sol, como la que véis aquí arriba. Ésta en concreto la he podido disfrutar mientras volvía de Caldas de Reis el otro día; como el coche de mi madre con remolque y un kart de 85kgs. dentro no anda… pues me dediqué a sacar fotos para no aburrirme conduciendo a 80 km/h por la autopista (por eso salió oscura y movida). El caso es que sabes exactamente cuándo son y cuánto duran, normalmente desaprovechas el comienzo, y a medida que llegan a su fin se hacen más exquisitas y las intentas saborear hasta la última gota, pero siempre saben a poco y te quedas con ganas de más. De hecho, para mucha gente es un trauma que tienen que superar posteriormente.
Así que nada, dedicaré esa primera parte de mis vacaciones a aprender a fotografiar como dios manda las puestas de sol. Luego a Madrid, a la cita anual con el magno evento denominado comunmente como la… BARBECUEEE!! ah! y a las fiestas de pijolandia, quiero decir, de Majadahonda. Y la semana del 17 al 23 espero dedicarla a un programa intensivo de entrenamiento con el kart.
Cada día me planteo más seriamente hacerme freelance con lo primero que se me ocurra y pasarme a la vida en vacaciones constantes, currando un poquito de vez en cuando (lo justo para sacar para gastos): más deporte, más vida contemplativa,…
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