A algunas personas les ocurre que desde pequeños se sienten irremediablemente atraídos por los caprichos y los vicios más caros. Yo soy una de esas personas, por desgracia para mi economía personal, pero al igual que a mí, hay mucha más gente a la que le tiran los caprichos caros, entre ellos por supuesto mi querido hermano mayor. Por suerte para mí, muchos de los caprichos que se ha dado en su vida también los he podido disfrutar yo en mayor o menor medida, como por ejemplo el super GTI que veis en la foto: un Alfa 147 GTA 3.2 V6. Sí, un juguete de 250 CV con el que te lo pasas en grande. Pero como sabéis, todo en esta vida tiene un final, y con esto no iba a ser diferente pues lo vende!
Cuando se trata de coches, como ya sabéis, pierdo toda la tranquilidad y serenidad de la que dispongo. Estos cacharros me vuelven locos desde que era un enano, no tengo muy claro todavía el porqué pero así es (y si son italianos y rojos mejor que mejor!), así que el insensato de mi hermano tuvo la brillante idea de fiarse de mis consejos cuando hace unos 4 años y poco decidió comprarse su primer coche. Después de haber disfrutado un par de motos, entre ellas una CBR600F muy molona que también tuve la gracia de probar un par de veces, evidentemente no se podía comprar un utilitario de abuelita y se dio el capricho. Ahora, no necesita coche y encima no tiene demasiada pasta como para darle de beber al pequeño glotón, así que lo mejor que puede hacer es venderlo y esperar a que sea el momento para comprarse otro juguete.
Muchos buenos momentos ha dado ese coche. Lo echaremos mucho de menos…
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